Los humanos somos vistos por los animales de presa (y el caballo como tal) como depredadores. No todos cazamos, ni comemos carne, pero de manera general somos para el caballo una especie a desconfiar.
Sin embargo compartimos con los caballos la sociabilidad y la curiosidad. Esta curiosidad innata del caballo le ha hecho probablemente superar el miedo y acercarse al humano desde época prehistórica.
Quizá la característica humana que le distingue del caballo y de mayor relevancia en su trato con él, es la imaginación y la capacidad de asimilar y entender otros tipos de lenguajes.
En fin, somos manipuladores naturales por excelencia, física, mental y socialmente.
Si realmente somos más inteligentes que los animales, lo debemos demostrar, basando nuestro trato al animal en el mejor entendimiento posible de su naturaleza.