La cubierta vegetal autóctona

El piedemonte serrano segoviano es el principal refugio, en la provincia, del símbolo por excelencia de los bosques ibéricos: el encinar (Quercus ilex ssp. bellota). Suele verse en forma de monte bajo, compuesto de ejemplares de hasta 60 años, con algún árbol grande centenario a orilla del camino o en medio de un antiguo cultivo.

Sobre suelo silíceo, la encina se acompaña del espino blanco (Crataegus mongyna) y la olorosa madreselva (Lonicera etrusca) mientras en el suelo calcáreo se mezcla con  la sabina (Juniperus thurifera, localmente llamado “enebro”) y que en las tierras más pedregosas llega a ser el árbol más abundante.

Otro vestigio del bosque mediterráneo aborigen es el matorral mediterráneo formado por cantueso (Lavandula stoechas), retamas (Retama spp.), jaras (Cistus laurifolius), tomillo (Thymus zygis y T. mastichina) y una inmensa variedad de hierbas, destacando las familias Compositae y Cistaceae.

Estas formaciones características de la Tierra de Pedraza son sólo dos ejemplares de la rica y variada cubierta vegetal que se puede apreciar a distintos grados en prácticamente todo el año (salvo bajo la nieve, por supuesto): la época de mayor esplendor de floración es entre medianos de abril y medianos de junio.